Prisiones

Hasta ahora, antes de la crisis, parecía que las mujeres teníamos mayor independencia económica. ¡Vaya, algo que nos hacía un pelín más libres! Asi que había que inventar algo para someternos. ¡Ah, no, ya estaba inventado! Había que darle más peso aún. Ahí estaban viejos recursos: el amor romántico, el canon de belleza.... Sí, así el sometimiento también comprendía nuestro nivel emocional y hasta nuestro cuerpo.

Tanto en un caso como en el otro, las mujeres vivimos aprisionadas. Movidas por un amor romántico y por un canon de belleza impuesto, ¿quién nos dice que nos los han impuesto si aparentemente somos libres para elegir? Pongámonos en el caso de los ideales de belleza, en el caso extremo nos lleva a un trastorno alimenticio y afectivo. Pongámonos en el caso del amor romántico que va de la mano de la violencia de género. En ambos casos, nos es difícil discernir conductas autodestructivas. 

Yo, desde fuera lo veo así, ¿pero quién soy para imponerte mi realidad? ¿Por qué mi realidad es mejor que la tuya? Y, ahí entra el dilema moral, ¿te dejo morir? No, yo te acompaño. No tiene sentido imponerte nada, básicamente porque creo y defiendo el derecho a decidir. Si te sientes feliz o algo más contenta en la fase de luna de miel o cuando descubres que pesas 100 gr. menos, yo estoy a tu lado, apoyándote y tratando de que cuestionemos tu perspectiva, pero también la mía, para crear un pensamiento crítico, para que ambas descubramos lo que hemos elegido libremente y lo que no, para que te quieras y me quiera, para que busquemos nuestras respuestas.

Desde mi punto de vista, tanto el amor romántico como el canon de belleza no son más que parte del engranaje social para someternos, no son más que violencia simbólica, estructural y, por supuesto, violencia de género.