A nuestro
grito común e irónico de ¡qué las diosas nos asistan!, el cielo se puso de un
color morado intenso. Y, allí asomaron ellas, fuertes, seguras, divinas, inteligentes
y en gran esplendor. Eran transexuales, bisexuales, lesbianas, heterosexuales,
negras, asiáticas, indígenas, blancas, gitanas, en definitiva, diversas y
comprometidas.... nosotras las miramos asustadas.
Nos miraron
y nos dijeron que no estábamos solas. ¡Menudo susto y, encima, eran igualitas,
igualitas a nosotras!!
Gritamos
horrorizadas: ¿¿pero es que ésto nunca se acaba??
Nos miraron
en plan dulce y nos dijeron: tranquilas mujeres y hombres de actitud igualitaria.
Aquí también trabajamos lo nuestro, pero,
junto a vosotras, ya estamos haciendo tambalear la misoginia de las religiones
y los dioses ven caer sus privilegios. Ya no les tenemos, ni les tenéis miedo
y, cada día, es más palpable su hipocresía. Tranquilas, es cuestión de poco
tiempo que los inventos religiosos desaparezcan y se lleven con ellos a la
jerarquía eclesiástica. Una vez se acaben, nuestra lucha y nosotras mismas
desapareceremos con ellos. Ahora no somos más que vuestro reflejo. No os preocupéis.
En breve descansaréis en paz, pero de verdad y sin necesidad de morirse. Y,
tras ese mensaje, desaparecieron, no sin antes dejar un delicioso cielo
violeta.