Creo que el género mismo es la violencia, que las normas de masculinidad y feminidad tal y como las conocemos, producen violencia.

-Beatriz Preciado-

miércoles, 5 de junio de 2013

Hoy paro

Ser para mí, pensar para mi.

Hoy paro, necesito parar. El nivel de exigencia es tal… que no llego. Siempre con prisas, siempre a mil cosas. Mi cabeza está agotada y me bloqueo porque no sé por dónde empezar o, más bien dicho, continuar. Es tan fácil confundirse, a ver si no voy a llegar…. Pero ¿qué pasa si me confundo o si no llego? ¿Qué pasa si no estoy a la altura? Pero…. ¿¿¿a la altura de qué o de quién??? ¿Por qué me infrinjo este nivel de autoexigencia? Así no soy feliz. No quiero ser así, sí, lo detecto, me dejo llevar. Yo que creía que todo lo controlaba y me dejo llevar. 


Son miles las veces que he tenido que demostrar que estaba porque me correspondía, aunque me cuestionaran por mi juventud y, por qué no decirlo, por ser mujer (aunque esto era más sutil). Sí, estaba y estoy porque lo merecía y lo merezco, pero no debo regirme por ese ritmo, no es mi ritmo, es lo que me imponen y, que después, yo me impongo. Ser para mí, pensar para mí. ¿Qué es lo quiero? ¿Qué me hace feliz? Esas son las únicas cuestiones que deberían suponer mi nivel de autoexigencia. El resto… debería importar poco. 


Es curioso cómo el nivel de exigencia del heteropatriarcado  se te mete en las venas, tanto que hace que vivas en torno a él y te muevas según sus exigencias. Es difícil darse cuenta, pero es una de las primeras cosas por las que debemos luchar.

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