Brujas

He aprendido un montón de Dolores Juliano. Ella, entre otras cosas, ha estudiado los cuentos tradicionales para ver cuán de subversivas eran nuestras abuelas y sus antecesoras. 

¿Por qué los cuentos? Porque las mujeres teníamos serias dificultades de acceso a la cultura, es decir, que no nos dejaban estudiar. Y, era a través de los cuentos  y los relatos como transmitíamos nuestra tradición cultural. En esas contadas, también nos relatábamos trucos, formas de hacer, formas de cuidar, conocimientos, remedios para la salud, reivindicábamos nuestros espacios… De hecho, así algunas mujeres llegaron a saber mucho. Un ejemplo de estos aprendizajes está en los tratamientos de determinadas enfermedades. Por el contrario, la cultura, hecha por los hombres, proponía como forma de curar dolencias, las sangrías (extraer sangre a una persona). Y, si no se resolvía, volvían a sangrar. En estos momentos, me acuerdo del marido de Madame Bovary. Sin embargo, las mujeres cocinaban algo caliente, masajeaban o utilizaban otras técnicas; algo que suele ser más efectivo que sangrar a alguien, que suele carecer de efecto curativo.

¿Y qué ocurría con estas mujeres, las que curaban? ¿Eran consideradas sabias, curanderas, doctoras…? Nooooo, eran consideradas brujas, porque si no tenían acceso a la cultura, ¿cómo aprendían esas cosas?  No había otra, las ayudaba el demonio. Esto tan rocambolesco dio lugar a una forma de legitimar la  violencia contra las mujeres, ya que al delito de brujería le correspondía muerte por fuego.