¡Menudo berrinche!

Hay una pequeñaja a la que quiero mucho. Con tan solo 4 años, cuando estoy con ella suelo disfrutar de largas conversaciones. En el verano, hicimos hasta un debate sobre la situación de crisis que vive España. La verdad es, que estas conversaciones, a mí me aportan mucho y las dos disfrutamos y nos reímos. El caso es que siempre la pregunto si tiene novio y ella me responde que ¿para qué necesita un novio?, luego la pregunto que si tiene novia y… se queda ojiplática. Me da todo tipo de argumentos para decirme, una y otra vez, que es una chica y que las chicas no tienen novia, pero no tiene más argumentos.

El caso es que yo llevaba sin verla bastante tiempo y la semana pasada estuve con ella. Ella quiere ser princesa y una princesa muy, muy guapa. Con esta situación, no me queda otra que intentar que desaprenda. ¡Con lo peque que es! ¡Qué rabia! Asi que sacamos la tablet y le dije que podíamos jugar a hacernos fotos y poner caras, ponernos bigote… bueno, todo lo que se nos ocurriera. ¡La pobre pilló un rebote! Decía que no quería jugar a eso, que ella no tenía bigote. Pues nada, mi madre y yo nos sentamos con ella. Las dos pusimos mil caras, hicimos mil fotos, las retocamos y nos pusimos bigote, barba, gafas, narizotas… Ella se divertía un montón y empezó a apetecerla poner caras. Salía fea y se reía. Era gracioso. Ahora, cuando le puse gafas, narizón, gorro de mexicana… ¡menudo berrinche! Decía que eso no era ella. Y, yo me pregunto ¿qué les estamos enseñando a las niñas y a los niños? ¿Estamos con la conciencia tranquila cuando les enseñamos que su vida depende de su imagen o cuando les decimos qué es lo que les tiene que gustar?