No sé si es la tónica general o es que yo lo he vivido en
diversos grupos; aunque empiezo a pensar que es normal. Me da igual hablar de
grupos formados exclusivamente por mujeres, que de grupos mixtos. Un espacio dedicado a la sensibilización y concienciación de una situación de no poder e invisibilización de las mujeres, requiere de un largo tiempo de hablar de cómo
afecta ésto a los hombres o de cómo lo viven, impidiendo que se pueda
profundizar en cómo afecta y en cómo lo viven las mujeres.
Me cuesta ver cómo
hasta los espacios reservados para hablar de nosotras, las mujeres, son ocupados,
incluso por nosotras mismas, para hablar de ellos.
Creo empezar a vislumbrar un
efecto perverso más del patriarcado que se viste de misoginia incluso cuando nos
toca hablar de nosotras en el caso de grupos de mujeres, o de mujeres cuando
los grupos no son homogéneos.
Nosotras somos capaces, una vez más, de ceder nuestro espacio a ellos, de ponernos en su situación, de entenderlos, de empatizar, de cuidarlos.
Pero, nos cuesta ponernos en nuestra situación, entendernos y cuidarnos a nosotras mismas.
En el caso de los grupos mixtos, siempre hay un momento de choque, en el que se
revuelven, en el que no entienden que no se trata de una visión dual o de un enfrentamiento entre mujeres y hombres.
¡Qué sutil es el machismo! Se mete en todos los rincones,
invade hasta los espacios pensados para cuestionarlo, incluso los espacios
reservados para la reflexión sobre lo qué es mujer, los que permiten que nos
conozcamos, conectemos y generemos estrategias para vencer al sistema
patriarcal.
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