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Adentrándonos en el mundo de la
funcionalidad diversa, siempre ha estado latente el tema de la sexualidad para
las personas con capacidades diversas. El placer es algo que corre parejo con
la vida. Por tanto, hay que visibilizar la realidad sexual de muchas personas
que no pueden hacer pleno uso de este derecho y luchar contra el estigma social
asociado a la sexualidad y a la
condición de la diversidad funcional.
Una vez más, la falta de educación afectiva y
sexual hace mella. Si observamos lo que nos muestra el mundo del cine en este
ámbito, observamos que se recurre a la prostitución. Esto me lleva a un gran
dilema: ¿se elige el servicio de una prostituta porque se considera que no hay
posibilidad de que la persona pueda tener relaciones con las mujeres de su
entorno? ¿se considera que sólo pagando conseguirá satisfacer su necesidad de
placer? Y, algo que me preocupa más: ¿qué pasa con las mujeres? Para nosotras
no está nada bien visto, ni aceptado socialmente, poder hacer uso de los
servicios sexuales de un hombre pagando.
La falta de respeto, la obligación de hacer uso de nuestra sexualidad
tal y como se establece que es lo normal, la falta de sensibilización, la falta
de educación afectiva, la falta de educación sexual… nos ciega para ver que
la(s) sexualidad(es) es tan plural y diversa como cada ser humano, para
identificar y discernir entre el placer y el abuso, para potenciar nuestra
autoestima y poder elegir una pareja y/o mantener relaciones sexuales.
Actualmente, es posible ver voces que gritan
porque aparezca la figura profesional que se dedique a la asistencia sexual y
yo, también grito, que incluyan la perspectiva de género, que las mujeres,
independientemente de nuestras capacidades diversas, también tenemos deseo sexual
y nos encanta placerear.
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