Salvajadas

En repetidas ocasiones he tenido que oír, sin haberlo solicitado yo, comentarios del tipo: pues no estás tan delgada como pareces, qué piernas más gordas tienes, parece que has engordado… Ya digo que no lo he solicitado yo y, también especifico que nunca he podido donar sangre por tener infrapeso. Algo que no es que me enorgullezca, sino que es mi constitución. Es cierto que si hago deporte estoy más fibrosa y, que cuando no lo hago, estoy más fondona, pero en 20 años no he cambiado mi talla. Pues con estos precedentes, tengo que decir que me someten  a dichos comentarios en multitud de ocasiones. Y, sí, me molesta. No porque yo pueda sucumbir a un trastorno alimenticio que, espero que no sea mi caso, no porque puedan lastimar mi autoestima que ya tengo trabajada al menos un poquito, sino porque no soy un pedazo de carne al que juzgar, sino una persona que me defino por mucho más que mi físico. No quiero imaginarme ese tipo de comentarios en personas que aún no han forjado su autoestima, que sufren problemas de alimentación, que se encuentran en un peso en el que se encuentran incómodas… No hace falta que explique el daño que estos comentarios pueden ejercer. Me voy a imaginar en mí, en una persona que se encuentra a gusto con su peso, que se ha trabajado a nivel personal… y, sí me molestan, soy una persona, insisto: no soy un trozo de carne, nadie tiene derecho a juzgarme por mi físico, ni a reducirme a un trozo de carne. Luego, están esos otros comentarios, los que me dicen, tampoco sin haberlo pedido, que ya engordaré, que ya me cambiárá el físico…