
Pero esas mismas voces, esas voces tan aparentemente
superficiales que me plantean que mi cuerpo es un instrumento, me dicen que no
es mío. Es suyo y a partir de él me y nos controlan. Me niegan que viva la
experiencia de mi cuerpo y ahora quieren negarme también que es mío, que soy
yo. Me gritan que no puedo decidir, que es algo inmoral y que lo van a
convertir en delito y, es que debemos ser solo inmorales las mujeres porque
este tipo de normas no se refieren al cuerpo de los hombres. Hablan de
nosotras, nos prohíben a nosotras, pero sin contar con nosotras.
Ahora me doy cuenta y me dispongo a escuchar mi cuerpo, se
queja de esas imposiciones externas, me pide que disfrute de él y que le dé el
valor que tiene. Mi cuerpo es mío y sobre él tengo capacidad de decidir y yo
decido escucharle, placerearle y asumir toda decisión que se refiera a él.
Sí, al aborto, sí, porque las mujeres no somos ciudadanas de
segunda, porque no podemos ceder la posesión de nuestros cuerpos, porque no
somos personas que requieren de la tutela del Estado, porque no somos víctimas. ¡Viva la lucha de las
mujeres!
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