Hace unos días Doris Lessing nos dejó. Contaba con 94 años,
un Premio Nobel de Literatura, un premio Médicis, un Premio Príncipe de
Asturias y más de un centenar de obras, entre ellas una autobiografía, cuentos,
ensayos y novelas.
Su curiosidad intelectual y su amor por la literatura la
llevaron a enredarse en diferentes temáticas como la crítica social, la paz, el
rechazo al apartheid, la identidad de
las sociedades, el conflicto entre diferentes generaciones, la salud mental, la
locura, las ideologías, la utopía.., pero también nos habló de las mujeres,
convirtiéndose en una de las narradoras de la lucha de las mujeres.
Como dicen en la Librería de Mujeres,
Doris Lessing era coqueta y salvaje a la vez. La pasión y el empeño la llevaron
a buscar las grietas que se podían entrever entre la clase, el género y la
cultura para encontrar ese punto en común entre todas las personas y señalar lo
lejos que estábamos de la igualdad y de la libertad. Resulta imprescindible
leer La Grieta, La Buena Terrorista, El Cuaderno Dorado, El Diario de una Buena
Vecina…
El Comité del Premio Nobel la definió como “la narradora épica de la experiencia femenina, quien con escepticismo, ardor y poder visionario ha sometido a escrutinio a una civilización dividida”.
Ella,
en sus propias palabras: “cuando era niña comía naranjas mientras leía. Y soñaba. Sigo soñando, pero ya no como naranjas. Soy demasiado vieja para comer naranjas. Eso es hacerse vieja: no como de esto, no como de lo otro… Pero sigo leyendo mucho y soñando mucho”.
Y, así decía: “Estoy enfadada. Tengo la edad que tengo y sigo enfadada. No se me va, siempre está ahí. No se ha ido. No sé por qué. Siento ira, ira de que esto suceda, la guerra es tan innecesaria…”
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