Mi madre

Mi madre es bonita por dentro, por fuera y si te das dos vueltas, también lo es. El caso es que la tía es una maestra de la vida. Ella observa y sabe cómo actuar. Desde muy chica, me enseñó que en la vida tenía que ser autónoma y yo lo aprendí todo lo bien que pude; aunque me enganché a ella. De esto me di cuenta cuando me fui a vivir sola porque la necesitaba y porque, hasta ese momento, mi vida había sido muy cómoda. Yo creía que la vida era cómoda en sí, pero no, era mi madre quién hacía que fuese cómoda. Tuvimos un mal destete las dos. De hecho, un día, la tuve que decir que no me diera más tupper, ¡no me cabían en la nevera! 

El caso, es que mi madre también es sincrética como dice Marcela Lagarde. Asi que también me enseñó cosas de niña, cuando era yo más pequeña. Yo soy un poco torpona o mucho, ¿verdad, mamá? A veces, me ha dicho mi madre: si tu padre te dejaba hacer de todo, era yo la que decía que tenías que tener cuidado para no caerte o no hacerte daño.

El caso es que mi madre es la mejor persona que tengo en mi vida. Sé que siempre está conmigo y sé que yo siempre quiero estar con ella. Yo nunca he estado sola. Mi madre, siempre, ha estado conmigo. No hace falta que sea físicamente, pero sé que estamos juntas. A estas alturas, aún me sigue enseñando cosas. Yo soy feminista porque ella siempre lo ha sido y, eso que no sabía que lo era. Ahora lo sabe y compartimos experiencias. No veáis cuántas cosas me quedan por aprender. Pero lo que tenemos seguro, es que el modelo de relación que tenemos es el que nosotras, poco a poco, hemos elegido e ido construyendo.