Me pongo en plan folclórica y, si hace falta, hasta utilizo
términos religiosos: hoy voy a confesar que tengo 37 años. Y, ahora dejando las
tonterías, nunca he ocultado mi edad. Encantada de la vida de cumplir años,
hacerme más vieja, más pelleja y más sabia.
Sin embargo, esto debe ser algo paradójico e incluso
catastrófico para algunas de las personas que me rodean. ¡¡¡Tengo 37 años!!!.
Bueno, no sé si la catástrofe es que tengo 37 años o que estoy tan contenta de
tenerlos y, además, no lo oculto. El caso es que últimamente sufro de bastantes
micromachismos que hacen alusión a mi edad. Supongo que intentan crear en mí inseguridad y que me dedique a hacer todo lo posible por parecer físicamenteuna adolescente.
Hasta hace unos meses, tenía que aguantar que una persona me
recibiera todos los días con escalofriante, pesadísimo y sonorosísimo: ¡Hola
niña! ¿Qué tal niña? En mi vida, no había mostrado a la persona que producía
esos sonidos ninguna muestra de cercanía para que pudiera hablar conmigo en
esos términos. Ni corta, ni perezosa y sin esperar mucho (al 2º día a más
tardar) cuestioné que por qué me llamaba “niña” (recordad, tengo 37 años).
Manifestó que era un término cariñoso. Yo negué tener que necesitar dichos
términos cariñosos. Creía que estaba resuelto cuando, a la mañana siguiente,
volví a escucharlo. Esta vez me dieron ganas de decir a dicha persona algún
comentario que espejara su actitud, pero no lo hice. Simplemente, le pregunté
por qué hacía ese comentario que yo había dicho que no me agradaba y que me
molestaba. Aludió a que era por rejuvenecerme. No os sigo contando la
conversación, porque sobra, pero deduje que esta persona tenía un problema con
mi edad y, además, tenía la capacidad de rejuvenecerme. Vamos, que más tonto
imposible.
Este fin de semana, me pidieron participar en un
cuestionario para un estudio. Yo participé para echar una mano. Y, luego me
pidieron mi edad. Ya la había dado en el test, pero me la pedían vía redes
sociales (en privado, of course). Pero no lo leí. Este fin de semana he tenido
cosas más importantes que hacer, ¿qué le voy a hacer? Asi que lo he leído hoy. El primer comentario
decía que si podía dar mi edad (me comentaba porque era necesario) y luego me
ponía, no te preocupes, que no eres tan mayor. Pues claro, ¡¡¡¡qué tengo 37
años!!!!. Al no haber contestado a ese mensaje, tenía un larguísimo whatsapp
hoy a las 10 de la mañana, explicándome de nuevo por qué me pedían la edad y
argumentando que era un tema muy delicado el de mi edad, pero que era
estrictamente necesario, decir mi edad: ¡¡¡37!!!. Al leer el whatsapp, he
contestado muy rápidamente, ¡a ver, no vaya a ocurrir una desgracia por no
decir mi edad! Y, por supuesto, he aludido a que yo no tenía problemas con mi
edad que, tal vez, la persona debía plantearse si los tenía ella. No me ha
contestado. Creo que la gente hace caso omiso a cuándo les cuestionas que quieran hacerte sentir insegura.
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